1 nov 2012

Vivo en dos casas (Marian De Smet)

Soy Nina, vivo en dos casas.
Papá vive en una casa, mamá vive en otra.
Yo vivo en las dos, a veces con mamá y a veces con papá.
No siempre ha sido así.
Antes teníamos una sola casa.
Mamá, papá y yo vivíamos juntos.
El gato tenía su casita debajo de las escaleras.
Y la jaula de mi hámster estaba junto a la ventana.
Mamá y papá se querían.
Papá besaba a mamá cuando llegaba a casa y mamá lo abrazaba.
Yo me ponía entre los dos, apretada como una salchicha en un bocadillo,
pero eso ya se acabó.
Papá hizo cosas que no le gustaban a mamá.
Y mamá dijo cosas que pusieron triste a papá.
Entonces llegaron las peleas.
Y se distanciaron mucho.
Tanto que ya no había abrazos y no podía hacer de salchicha entre los dos.
Así que me metía debajo de la mesa.
Un día nuestra casa se hizo demasiado pequeña para los dos.
Y, desde entonces, hubo dos casas.
Una para mamá, una para papá y dos para mí.
Ahora todo es distinto. Todo el mundo hace cosas raras.
Mamá habla con la abuela mucho rato.
La abuela se olvida de que yo también estoy aquí.
Se me cae el vaso, le pego patadas a las sillas,
y me mancho con lápiz de labios.
Pero mamá no se enfada y la abuela me acaricia la frente.
Papá se sienta en el sofá.
Lo tapo con una manta.
Ahora es un fantasma.
Grito “¡Socorro!” y me escapo corriendo.
Papá grita “¡Buuuh, buuh!”
Pero no me asusta y no es divertido.
Es un fantasma triste.
Cuando estoy con papá, quiero estar con mamá.
Echo de menos a mi hámster y al árbol al que suelo subir.
Cuando estoy con mamá, quiero estar con papá.
Echo de menos al gato y al niño de la casa de a lado.
Hablamos por teléfono cada día.
Papá me pregunta qué pasa en la escuela.
Mamá quiere saber qué voy a cenar.
Le doy un beso por teléfono y me da otro de vuelta
que me hace cosquillas en el oído.
Celebro mi cumpleaños dos veces.
Tengo dos fiestas.
Pero cuando nadé en la piscina grande por primera vez,
papá y mamá estaban los dos ahí.
Mamá y papá ya no se quieren.
Por suerte, los dos me quieren mucho.
“Esto nunca se acabará”, dice mamá, y me da un gran beso.
“Esto es para siempre”, me dice papá en voz baja, y me abraza muy fuerte.
Soy Nina.
Vivo en dos casas.
Es extraño.
Pero también es bueno.

 Marian de Smet

1 comentario:

  1. Pocas lecturas son tan sencillas y al mismo tiempo tristes, evocadoras y emotivas como esta. Me quedo con las palabras que Nina dice al final "Es extraño, pero también es bueno"

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